viernes, 15 de mayo de 2020

¿Me sujetas?



Ayer fue un día triste, gris y -para estar a finales de mayo- frío.

Barcelona me acompañó en mi tristeza, también se puso gris y lluviosa, apenas salí de casa. Eso sí: desconecté. Cual televisor que es directamente desenchufado de la pared, cual móvil que se queda sin batería abruptamente, cual electrodoméstico, que cansado de sus tareas diarias, se apaga para siempre.

Me tiré en el sofá con mi libro, me dejé llevar por mis melodías favoritas y aproveché para hornear un bizcocho de nueces y plátano. Esta parte fue mi favorita, sobretodo esta mañana cuando me he acordado de él volviendo de correr.

Todos tenemos días así, ¿no? Días en los que solo queremos una caricia, unas manos que nos sujeten. Días en los que nos mojamos por fuera más que por dentro. Esos días también son necesarios.

En general, pero en especial en días como el de ayer, me encantan las manos masculinas. Es de las cosas en las que más me fijo cuando conozco un hombre, me gustan las manos firmes. Que me sujeten y me contengan con fuerza para no deshacerme en los días malos y que me impulsen en los mejores días.

Me gustan las manos decididas sobre mi cintura que puedan guiarme en el baile de la vida y que sepan seguir mis pasos.

¿Me sujetas?

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